Cuando existe la esperanza, todos los problemas son relativos

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Los trastornos mentales más sorprendentes

La enfermedad que tenía el señor P. es de las que inquietan. El eminente músico había acudido a la consulta de un neurólogo porque tenía problemas para identificar las cosas de su entorno. En alguna ocasión le habían sorprendido dando palmaditas en la parte superior de las bocas de incendios creyéndolas cabecitas de niños o iniciando una conversación con el pasaporte de la puerta. Tras la revisión, el señor P. salió de la consulta. De repente, se detuvo en seco, rodeó el coche y se dirigió al asiento que ocupaba su mujer, la agarró por el cuello de la camisa y por las orejas e ¡intentó ponérsela en la cabeza!
Se trata de un hecho real comentado por el famoso neurólogo Oliver Sacks en uno de sus libros más populares “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”, donde describe los trastornos de la mente más extraños y sorprendentes con que se ha topado a lo largo de su carrera profesional. En el caso concreto del señor P. parece ser que padecía una pérdida cognitiva aguda: su cerebro era paz de ver, oír, sentir y escuchar perfectamente, pero no podía emitir juicios personales. Así, metía a su mujer en la misma categoría conceptual que un paraguas o un sombrero.
A continuación, se describen otros trastornos mentales extraños, todos con una ínfima incidencia entre la población:

Síndrome de Capgras: Se encuadra dentro de los trastornos de la capacidad de identificación. El paciente ve la cara de su cónyuge, por ejemplo, y está seguro de que se trata de un impostor. Parece que se debe a alguna desconexión entre el mecanismo físico del reconocimiento visual y la memoria afectiva. El sujeto ve un rostro conocido, pero no experimenta las reacciones afectivas correspondientes a la visión de un ser querido, por lo que interpreta que se trata de un impostor.

Síndrome de Korsakov: Suele ser una consecuencia del alcoholismo. Se trata de una amnesia aguda que incapacita al paciente para realizar las funciones más sencillas. Si uno se acaba de comer un plato de lentejas, volverá inmediatamente a levantarse de la mesa y a servirse otro, pues habrá olvidado que ya ha comido.

Síndrome Munchausen: Se trata de uno de los llamados trastornos facticios más graves. El paciente simula sufrir enfermedades mediante la ingestión de productos dañinos e incluso se practica heridas y mutilaciones para llamar la atención y así beneficiarse de las supuestas ventajas de ser cuidado. Cuando el paciente hace lo mismo con sus seres queridos, como por ejemplo con sus hijos pequeños, el trastorno se llama síndrome de Munchausen por proximidad.

Síndrome de Tourette: Los enfermos de este mal sufren tics compulsivos que pueden ser de todo tipo, desde simples movimientos faciales a tic vocales. En este último caso, el paciente se ve incapaz de controlar los sonidos y vocablos que emite. A veces, el sujeto dice tacos sin control en cualquier situación, a lo que se denomina coprolalia. Uno de cada 200 sujetos con tics crónicos puede llegar a padecer este trastorno de origen genético.

Síndrome del Acento Extranjero: Existen 50 casos localizados en el mundo de este extraño trastorno, que surge cuando varias conexiones de los centros de control del lenguaje en el lado izquierdo del cerebro sufren un daño. Algunos pacientes generan un patrón de lenguaje completamente distinto al propio. En ciertas ocasiones, el individuo termina hablando con acento distinto al de su país o una lengua irreconocible, producto de la mezcla de varios idiomas con los que haya tenido contacto.

Anasognosia: Se suele producir cuando un traumatismo daña la parte derecha del cerebro y paraliza la parte izquierda del cuerpo. En algunos casos, el paciente ve su brazo paralizado, pero cree que se mueve. Si se le pide que se anude los cordones del zapato, hará el esfuerzo con una sola mano; evidentemente no podrá concluir la tarea, pero él creerá que lo ha conseguido como si tuviera dos manos útiles.

Negligencia hemisférica: El deterioro de los centros visuales de un lado del cerebro provoca que el enfermo sólo vea una mitad de las cosas. Estos pacientes sólo comen, por ejemplo, el lado izquierdo del plato, escriben en el lado izquierdo del folio o se atan sólo el zapato izquierdo.

Tricotilomanía: Es un mal que padece cerca del 1% de la población. El enfermo se arranca compulsivamente el pelo de cualquier parte del cuerpo: cabeza, cejas, pecho, zona púbica…

Visión ciega: Los pacientes parece totalmente ciegos, al menos respecto a una parte del campo visual. Si se les pregunta si pueden ver un objeto en esa zona, la respuesta es negativa. Pero, si se les fuerza a señalar dónde se halla ese objeto, identificarán el lugar correcto. De alguna manera, sus mecanismos visuales se han interrumpido. Pueden ver, pero no son conscientes de ello.

Ceguera al movimiento: Una variedad muy rara de la visión ciega. El paciente ve bien los objetos estáticos, pero no percibe el movimiento. Si echa café en una taza, capta sin problemas la cafetera, el plato, la taza… pero el cochorro aparece ante sus ojos como una columna helada e inmóvil. Es un mal inhabilitante. Los coches, las personas, las imágenes de la televisión aparecen y desaparecen de pronto a distancias diferentes, pero se pierden en cuando se mueven. Los pocos casos conocidos se han producido tras un accidente cerebrovascular.